Etimológicamente, significa “raspador”, y refleja la forma en que en la Edad Media tenían los pastores de los Alpes suizos de comer el queso. Lo colocaban cerca del fuego, y el queso se derretía. Bastaba raspar la masa, para degustarlo caliente, acompañado con otros alimentos, o con pan.
Su corteza de color entre beige y marrón, con tonos anaranjados, delgados y húmedos. La masa es de color marfil oscuro o amarillo, con algunos ojos.
El gusto es delicado, aunque aumenta con la curación (lo ideal entre 3 y 5 meses) y llega a ser potente después de medio año. Tiene aromas intensos a leche fresca, fruta y notas vinosas.
Su textura es firme, flexible, muy suave de tacto, cremosa, adherente, pastosa y fundente. El sabor con acento ácido, sin molestar, tonos lácticos, y ligeros amargos. Especial para fundir.
Presentación: fraccionado al vacío en cuñas de aproximadamente 300 grs.
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